Música sobre músicas en las obras para Banda

El recurso de utilizar música ya escrita para componer obras nuevas es tan antiguo como la propia música. Ya con el nacimiento de la Polifonía en la Edad Media y en el Renacimiento, se utilizaba el Cantus Firmus como base de la mayoría de piezas religiosas e incluso profanas (recuérdense los Motetes o las Misas Parodias, que incluían incluso canciones profanas del mismo autor o de contemporáneos suyos). Las formas Glosas sobre …, Variaciones sobre un tema de…, o Improvisación sobre…, Paráfrasis, Reminiscencias (estos dos términos fueron acuñados por Liszt), están basadas todas en música ya existente.

Esta técnica, que cruza todo el siglo XX aumentando su práctica, perdura hasta nuestros días y lógicamente ha entrado en el campo de la composición para bandas de vientos. Como nuestro lenguaje, aún viniendo ya del siglo XIX, es bastante joven dentro de la historia, las influencias directas de obras del siglo XX son más claras y manifiestas, sobre todo de composiciones postmodernistas, que exigen un trabajo para desmontar y volver a montar los elementos musicales de la o las piezas en cuestión. Además, cada autor utilizará su técnica y su estética particular. Es una deconstrucción, es decir, deshacer mediante el análisis intelectual los elementos de una estructura conceptual. En definitiva, estamos hablando de reciclar material compositivo anterior para una nueva creación.

Actualmente conocemos este fenómeno como Borrowing, término inglés internacionalizado que significa <préstamo>. También se utiliza el concepto de intermusicalidad, introducido en 1996 por el Departamento de Música de la Universidad de Chicago y que expresa cómo una música ya creada puede llegar a habitar en otras músicas; se conecta lo antiguo con lo moderno. Puede utilizarse la técnica del collage, la mezcla de culturas, ruidos o voces: en definitiva, la intertextualidad.

La obra posiblemente más influyente ha sido Sinfonia (1968) de Luciano Berio, en la que introduce fragmentos de Mahler, Stravinsky, Ravel y Debussy, en el tercer movimiento, además de diferentes textos hablados. Es un enorme mosaico. El propio Berio compuso más adelante Ritirata notturna di Madrid sobre la pieza original de Boccherini o Rendering, sobre Schubert. En España se han escrito muchas piezas de música sobre músicas en todos los tiempos. Destaca las Variaciones para gran orquesta sobre una Pavana de Luis de Milán en 1962, de José Peris Lacasa. El autor terminó la obra en Alicante, después de haber trabajado en Munich con Carl Orff. El mismo Orff, había estrenado en 1937 su famosísima cantata Carmina Burana, con canciones y poemas medievales. Peris Lacasa explica que cuando ha utilizado material de otros compositores en sus obras siempre ha sido para homenajear a aquellos a quienes su música hace referencia.

Otro ejemplo muy conocido es el caso de Cristóbal Halffter, con su Tiento de primer tono y Batalla Imperial, obra conocida en el mundo bandístico porque la pieza original de Cabanilles es interpretada con frecuencia con la instrumentación para banda del maestro José Ferriz (por cierto, recientemente nos hemos enterado que posiblemente esta música no sea de nuestro mejor compositor barroco nacido en Algemesí). Halffter también compuso después el Preludio para Madrid ’92. El material musical con el que trabaja el autor es el Fandango del padre Antonio Soler. Esta pieza escrita en el siglo XVIII para clave y de carácter netamente español, ha sido utilizada en infinidad de ocasiones. También observamos esta práctica en piezas compuestas para banda. La obra más conocida es Soleriana de Carlos Suriñach. Las técnicas que utilizan los compositores son muy diferentes; la deconstrucción que hace Halffter del Fandango nada tiene que ver con la fantástica instrumentación de Suriñach. Este sigue la partitura casi literalmente, sin libertades armónicas, rítmicas o melódicas, no obstante, entra dentro del concepto  <música sobre músicas>.

Nuestro amigo Andrés Valero, es especialista en esta pieza, ya que es autor del libro «La música del padre Soler como idea en la composición moderna«, editado por Institució Alfons el Magnànim y publicado en 2012. El propio Valero es autor de composiciones como Solerianeta AV71, para trompeta y piano. La misma pieza es después adaptada por el propio compositor para cuarteto de saxos y para cuarteto de clarinetes, los respectivos AV71b y AV71c. Valero-Castells, uno de nuestros compositores más prolíficos y más interpretados, es uno de los autores que más utiliza la técnica de Borrowing, tanto con sus propios temas como con los de otros maestros del pasado. Su canción Romance del Duero AV31, para soprano y piano, ha sido reutilizada en siete versiones más, del AV31b al AV31h, siendo la versión para banda la 31g, de 2013. Otro ejemplo es la obra Polifemo AV39, de donde nace Polifemo y Galatea AV63b, habiendo pasado primero por la versión para orquesta, e incluso la adaptación del tema de Galatea para piano solo; «planteada como una extensa recomposición de la obra originaria de 2000», nos recuerda el propio Andrés.

Otra obras compuestas para banda son:  Fa ra ri rá AV48 (sobre un villancico de Mateu Fletxa «el Vell»), Gallurana AV72, en la que aplica un Borrowing folclórico (como en Africana), ya que utiliza danzas y canciones populares del pueblo de Gallur (Zaragoza), junto con un tema conocidísimo de rock de los Queen. También Berio se adelantó con las famosas Folk songs en 1973, para voz y orquesta.

En el caso de la Sinfonía nº 5 en Do AV77, Andrés Valero utiliza la técnica de Collage, así titulado su primer movimiento. Se sirve de diversos motivos de tres Quintas Sinfonías universales: la de Beethoven, la de Mahler y Shostakovich, sus tres preferidas, según el autor. Pero además, son mezclados junto a otros seis motivos encargados por el autor a seis compositores miembros de la Banda Primitiva de Llíria: vemos una superposición de nueve motivos distintos simultáneos. En el tercer movimiento aparece un breve tema sacado del final de la marcha El Teniente Raposo del maestro Julián Palanca, en forma de Riff (frase que se repite a menudo) «dominando y unificando la obra». Palanca fue director de la mencionada Primitiva, a quien está dedicada esta sinfonía. La obra presenta además muchas técnicas de composición combinadas, como son la escala acústica, la micropolifonía, procesos rítmicos de expansión y contracción, varios tipos de clusters, etc. Un collage en todos los sentidos. Por cierto, Andrés Valero solo ha compuesto un pasodoble recientemente, titulado Certamen de Elda, 30 aniversario AV82, en el que trabaja con material de Johann Sebastian Bach.

Siguiendo con la música sobre músicas para banda fuera de España, destacaría la figura de Johan de Meij y de Philip Sparke. Del holandés, sobre todo cabe destacar dos obras que ya son emblemáticas: Extreme Make-over y Extreme Beethoven. Y del inglés, su Symphonic Metamorphosis on themes from Saint-Saëns.

Esta última pieza está basada en la Sinfonía nº 3 «con órgano» del francés Camille Saint-Saëns (1835/1921). Imponente sinfonía dedicada a Liszt tras su fallecimiento, sobre todo por su orquestación, que incluye un piano a cuatro manos y un órgano. Estos instrumentos añaden color a la obra más que una parte solista destacable. Sparke, empieza su pieza con unas variaciones sobre el tema coral del último movimiento de la sinfonía, inspirado en el Dies Irae gregoriano. Con un carácter desenfadado, festivo, ligero y casi divertido. Pero poco a poco, la profundidad de la música de Saint-Saëns consigue que Sparke decida utilizar más temas aparte del coral. Introduce el tema del «poco Adagio», de gran belleza serena, invocando la luz de una vidriera de iglesia. convirtiendo la obra en una majestuosa pieza, casi una transcripción exacta de la original. En palabras del autor: “la metamorfosis es completa”. Sparke es absorbido por Saint-Saëns.

Las piezas de Johan de Meij tienen un tratamiento compositivo muy diferente al de Sparke. Extreme Make-over consiste en una serie de metamorfosis musicales sobre un tema del conocido Andante Cantabile de Tchaikovsky (el segundo movimiento de su Cuarteto nº 1 Op. 11, de 1871). Recuerdo cuando interpretábamos en alguna misa durante las fiestas en mi pueblo una transcripción de este precioso Andante, en versión de la editorial Música Moderna. Un cuarteto de saxos presenta el tema original, pero poco a poco las notas de la melodía se van alargando, como si pisáramos el pedal del piano, hasta convertirse las primeras notas del tema en acordes acampanados. No aparecen los sonidos graves hasta pasados más de cuatro minutos de música. La siguiente sección tiene un estilo neoclásico, con citas de la obertura Romeo y Julieta y de las sinfonías cuarta y sexta, todas del autor ruso.

Un recurso interesante y novedoso, que atrae mucho a los músicos y al público, aparece en la tercera sección: diez botellas afinadas con diferentes notas que interpretan el tema del Andante con la técnica del hoquetus que se van convirtiendo en el acompañamiento de un importante solo de marimba, a la manera de un gamelán. Después de un tratamiento canónico del tema, termina la obra de manera festiva. Son también metamorfosis sobre un tema de Tchaikovsky.

Siete años después, en 2012, le tocó el turno al genio de Bonn: Extreme Beethoven supera, para mí, el trabajo sobre Tchaikovsky. El legado de Beethoven es mucho más importante y Johan de Meij utiliza más temas, más citas colocadas en contextos diferentes, a veces con tratamiento minimalista, collage o repeticiones obstinadas que llegan a ser casi aterradoras. Una multitud y sucesión de ideas tan geniales que, cuando llega el final, nos sabe a poco.

Comienza también como su antecesora; un tema clásico bien conocido se presenta por primera vez en su forma original, al que le siguen empiezan a seguir cambios sutiles y sorprendentes, también utilizando el efecto pedal. En este caso es el segundo movimiento del Concierto para piano nº 5 «Emperador». Temas de casi todas sus sinfonías, la sonata Claro de luna, Para Elisa, la obertura Egmont, de la que utiliza mucho material y lo convierte en un bajo de jazz y en la base rítmica.

Hacia la mitad de la pieza, de Meij nos sorprende con otro efecto muy especial; esta vez hace que suenen simultáneamente dos bandas con música diferente. Interpretando la Marcha Turca, un pequeño grupo de músicos salidos de lejos se va acercando a la banda que sigue sentada y que interpreta un tema de Beethoven muy diferente, para que, poco a poco, todos terminen interpretando dicha marcha. Después, la pequeña banda vuelve a alejarse siguiendo su desfile, de una manera genial; a la manera de Charles Ives más de cien años antes. También hay guiños casi cómicos a Mahler, Stravinsky y hasta a la Sinfonía Órgano de la que hemos hablado anteriormente.

Certamen Internacional Altea 2004, con Johan de Meij y Henrie Adams

En palabras del propio Johan de Meij:

Sin lugar a dudas, los puristas y musicólogos se tirarán de los pelos al escuchar esta música. Por favor, comprendan que la pieza surge de la mayor admiración y respeto por uno de los mejores compositores de todos los tiempos. Sobre todo, Extreme Beethoven es una oda a la grandeza de Ludwig van Beethoven.

Personalmente creo, con sinceridad, que Extreme make over gusta más al público e incluso a los músicos, porque Tchaikovsky es más popular, sus temas son más conocidos y atractivos y porque han sido más interpretados por las bandas de vientos. En cambio, la gente joven e incluso los más mayores han escuchado menos a Beethoven; más bien poco, diría yo. Esto tiene fácil solución: aumentar el consumo de la música clásica, de calidad, de la que nos llega bien adentro. ¡Más Beethoven!

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